Por Javier Hernández Alpízar
Viernes, 08 Marzo 2013
Obviamente el título es un
verso de Silvio Rodríguez, quien a algunos los duerme y a otros les quita el
sueño. Y viene a colación por aquello de la vida, las mujeres y la narrativa.
En la película Avatar, haciendo una
especie de homenaje Ray Bradbury y sus Crónicas marcianas,
nos llevan hasta otro planeta para presentarnos lo que pasa en México (de
Atenco a San Dionisio del Mar y de la costa de Guerrero a San Marcos Avilés),
en América Latina, África, Asia, Oceanía e incluso Europa: la colonización, la
destrucción de la vida, el ataque a lo sagrado, desde sus raíces y el suelo que
lo nutre, por el imperio del trascabo, para el cual todo tiene precio, y todo
tiene remedio, menos una pérdida pecuniaria.
El planeta tierra es horadado,
desgarrado, desmontado, despalmado, desollado. El capital ataca la vida hasta
en sus semillas y esporas y pretende cambiar por oro todo lo que puede tener un
valor de uso pervertido, convertido en meretriz del valor de cambio: el
capital, como un mal poeta, malversa la vida. Y es el mismo sistema que
violenta a la tierra el que violenta a las mujeres: las dos fuentes de la vida
y el futuro de la especie.
Lirismos aparte, malversar la
vida, es el oficio del sistema, llámese capital o imperio. Y me viene a la
mente por dos convocatorias. Una es la Movilización Nacional por la Vida (13 de
marzo, a las 16:00 horas, del Ángel al Zócalo) y la otra es la conmemoración
del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo.
Dice un amigo istmeño: “¿Hay mujeres?, se encuentran entonces
aseguradas la cultura, la industria, la vida”. Aunque seguramente el 8 de
marzo muchos locutores y otros locuaces se pondrán a felicitar a las mujeres y
a dedicarles canciones “de amor y en
favor de ellas”, por la confusión semántica (en la que no incurriría ni
José Luis Cuevas) entre feminista y mujeriego. Eso que sabía incluso el Ortega
y Gasset de La rebelión de las masas: un
periodo romántico donde predominan en las artes las figuras femeninas es de
signo masculino, pues en esas figuras escritas por hombres no se dibuja el
perfil de una mujer sino el de un sueño masculino, uno en que, como la Malena de la película o la ex secretaria de Brozo, la mujer
no emite palabra alguna. No es eso el 8 de marzo.
Para entender un poco qué sí
es, me parece útil la convocatoria a una Movilización por la Vida, que algún
impertinente usuario de Facebook intentara malversar equiparándola con “Provida”, palabra que en México
significa una secta en permanente campaña de persecución contra las mujeres por
abortar. Lo importante es que la convocatoria le arrebate la bandera de la vida
a la derecha, quien la ha pretendido monopolizar hipócritamente defendiendo a
los fetos mientras condena a muerte por guerra, militarización, criminalización,
hambre y miseria a casi todos los mexicanos nacidos vivos. La mejor prueba de
que la derecha no defiende la vida sino la esclavitud y la malversación de la
vida son los dos sexenios recién pasados, especialmente el segundo, en que
gobernó este país como vicario de la muerte y la destrucción de todo lo que
puede permitir el futuro de la vida humana y la vida a secas.
Cuando se hunde el barco, dice
el apotegma en todas las narraciones, se da prioridad a las mujeres y las y los
niños: es un principio de preservación de la vida de la especie, una moral de
una especie que quiere tener futuro. Contra esa ética de la vida los gobiernos
de la derecha en México (con la complicidad por comisión y por omisión de una izquierda derrotista y resignada que no
tiene más estrategia que reciclar candidatos de un partido de derecha, de
preferencia en alianza electoral con el otro partido de derecha) han causado
una sangría de más de cien mil muertos, y se han ensañado especialmente contra
mujeres, niñas, niños y jóvenes, como si combatieran precisamente las
condiciones de la posibilidad del futuro para la vida digna, y la vida a secas,
en México.
El fenómeno de las
autodefensas indígenas en México, del EZLN y la CRAC- PC a Cherán y Ostula, es
contestado por el poder con falsas autodefensas
que cuentan con la amistad del gobernador de Guerrero y el secretario de
gobernación federal. [1][1] También con la militarización
de la población civil, la leva forzada y el crecimiento del estado policiaco,
se malversa la vida.
Por eso decíamos que se trata
de la vida, de las mujeres y la narrativa: contra quienes nos prohibían la “grandes narrativas” para imponernos la
narrativa única del desideratum burgués y nos ofertan
un sucedáneo de la heroicidad en la épica de su guerra contra el terror. Pero
el verdadero trabajo de héroes, de titanes, de gigantes, el defender la vida en
la tierra, lo hacen las mujeres, las y los niños, las y los jóvenes, las y los
ancianos, aquellos a quienes tienen en la mira los ejércitos mercenarios de
capitales, mineras, compañías extractivistas, de energía, de transgénicos, de
armas, de trata de personas, de biopiratería y piratería a secas, de guerra y
colonización.
Este marzo, y siempre, a
conmemorar a las mujeres y movilizarse por la vida, contra quienes la
malversan. Y a defender nuestro derecho a las narrativas, las cotidianas
historias de quienes hacen posible que este país viva, contra todo pronóstico.
[1][1] Laura Castellanos, “Autodefensa de Ayutla, entre abusos y
descontrol”
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